“Estamos listos para vivir un fin de semana vampirezco, desciende el fénix y aterrizamos en la ciudad de México, venimos en paz de muchas ciudades capitales, sabemos que nos encontraremos desde Angeles Negros hasta Reinas de la Edad de Piedra, momentos Salvajes nos esperan. No son mentiras blancas, pero quizás hasta puedas imaginar dragones. Cuando el sol se oculte entre las palmas violetas, todos nos sentiremos como monos del ártico por el intenso frío digno de la era del hielo. Antes que mueran humanos preferimos ver un ratón muerto. Prepara tu perfume genio para disfrutar de los estereofónicos amplificadores del Festival Corona Capital 2013.”
Son las 15:50 horas del sábado y literal ya se nos vino la tarde, tomamos el metro del Zócalo para llegar directo a Chabacano, de ahí tomamos la correspondencia de la línea 9 directito a Ciudad Deportiva, o bueno al menos eso parece ser la ruta porque es la que están tomando muchos hipsters; el objetivo: trasladarnos hasta puerta 5 del Autódromo Hermanos Rodríguez.
Por andar arreglando los asuntos del hospedaje y desayunando unos chilaquiles en la avenida 5 de Mayo ya me perdí al primer artista. Sí, a ese que casi nadie ve, pero este cuarto corona capital quería vivirlo a plenitud. Eso me pasa por viajar el mismo día.
En el hostal me encontré gente de toda la república: Guadalajara, Tepic, Sinaloa, Puebla, Hermosillo, Chiapas, Cuautla, Cancún, Los Cabos, León, Querétaro; me impresiona ver a colombianos y peruanos que llegaron al DF para vivir su primer Corona, el festival ya tiene tinte internacional. Un valedor de Toluca que conocí en el metro dice que en su hotel, de 350 pesos la noche, hay un montón de regios. No es para menos.
El reloj de la estación Velodromo marca las 16:10 horas, estamos cerca. A escasos metros del acceso principal al festival, un grupo de personas retumba la misma consigna: “le sobra un boleto o quiero un boleto”: la reventa sabatina está a todo lo que da. Una vez adentro, y tras caminar una hilera de circuitos atestados de jóvenes, nos encontramos con un grupo de granaderos. Puedo escuchar como se mofan de los atuendos de la plebe, y les doy la razón, hay un cuate que trae una mascara de caballo.
Después de pasar los filtros de boletaje y seguridad, hay una hilera de lockers, 200 para ser exactos. Dado que llegamos tarde, sólo nos queda resignarnos a cargar nuestras mochilas y chamarras durante toda la jornada. Checamos celulares, nadie tiene una señal de internet fidedigna, todos ponen cara de frustración, no podrán tuitear, postear, pinterestear o compartir sus insta moments. La cosa cambia, uno de ellos logra hacer check-in en foursquare, surge un poco de esperanza. Me comienzo a preguntar si vienen a escuchar música o a administrar sus redes sociales.
Es hora de separarnos, unos van al escenario amarillo otros al azul (ambos están de frente), los más aventados se van al verde, yo elijo el naranja Bizco. Ahí estará un grupo que según mis estimaciones muy pocos conocen. Es hora de separarnos, probablemente sea más fácil encontrarlos de nuevo en el Centro Histórico o en un museo de la ciudad, un mar de más de 80 mil personas complicará cualquier intento por encontrar a los conocidos.
Tras una caminata de siete minutos llegó a la carpa del Bizco Club. Algunos artistas eligen este escenario porqué pueden ver mejor a los fans, otros porque prefieren una mayor privacidad, tener el control del momento o simplemente que no les de el sol, eso no los exime de utilizar lentes. Le preguntó a una pareja de defeños la hora, me dicen que son las 17:00 horas, en ese momento sale Peace al escenario. Mis estimaciones fallaron hay unas cinco mil personas en la carpa en un amplio estado de excitación, inician los apretones y empujones.
La prensa inglesa habla maravillas del nuevo cuarteto de Worcester, Inglaterra. La idea de promover la paz no se escuchaba desde Woodstock. Peace arranca con la poderosa Higher Than The Sun. Harry Koisser (vocal) comienza a lanzar besos al público, el sonido es afable, estos tipos son una bomba. La banda cierra con Lovesick, rockero y romanticón a la vez: yo también quiero “estar enfermo de amor contigo”.
Es hora de movernos hasta el escenario Corona, ahí estarán los White Lies, es su segunda vez en este festival. Sale Harry Mcveigh al escenario, el de la voz tan post punk, todos nos congratulamos. Estos también son ingleses, bendito Reino Unido. Suena Getting Even, todos sacudimos la cabeza. Be Your Man, exquisitez para sacudir los huesitos entre la multitud. Esto es Big TV, lo nuevo del grupo. Los clásicos Bigger Than Us y A Place To Hide son incluidas en el setlist. Harry dice que “el público mexicano es el mejor del mundo”, tiene la razón.
Cumplo tres horas de pie, mientras me muevo al escenario light, choco con Jessica, una chica de Torreón que sólo vino por Travis. “deje mi rancho para llenarme de energía positiva” me dice. Orgullo escoses, íconos del Britpop, llevan 23 años tocando juntos. Aparece en escena Francis Healy con su inseparable sombrero.